miércoles, 11 de noviembre de 2009

V E R S O S
A F L U E N T E S


Doscientas veinte páginas de versos que, como ríos afluentes que son todo verso en la vida del sentimiento de una persona, llegaron hasta mi cada uno con su caudal, con su estiaje, o el desbordamiento de un sentir muy sentido de aquellos que hacen que el río principal, deje de serlo por un tiempo indefinido y se vaya por el cauce del afluente.
Versos positivistas, porque la vida es río, aunque a veces más parezca ser rambla que baja agua a oleadas.

NANAS

Cantos de cuna

que me cantaban,

que nos cantaba

mi padre

a mi hermano Pepe

y a mi

los dos con edad

parejo en nanas.

“Estrellitas del cielo

subir,

estrellitas del cielo

bajar,

que mi Juan,

que mi Juan

y mi Pepe

van a hacer

nanita

ya”.

Nanas:

cantos de cuna

que mi padre

una y otra vez

nos dormía

a mi hermano

y a mi

nos cantaba.

Padre,

padre mío,

dónde estas

tú,

y dónde

está mi infancia,

dónde,

¿quien se la llevó,

y quien se llevó

a ti

en mala hora

y en mala entraña?

Nanas:

canciones

que los padres cantan

cuando están

enteros

aunque les duela

el alma.

¿Pero qué puedo cantar

yo

a los míos

si llevo la garganta

entera

llena de rabia?

A ti,

padre mío

no te tragó

la guerra,

pero te partió

el ánima,

porque tú

sí que tenias

realmente

anima,

y nada de pose

de los sin alma,

los de copón

y mezcla

de bota alta

con sotana,

y por matar,

muchas,

muchas medallas.

¿Qué nana

puedo cantar

yo

a los míos

si tengo en la garganta

por mucha gente

mucha rabia?

¿Y qué estrella

del cielo

va a bajar

o subir

a ver como

se duerme

mi rabia?

Nanas:

canciones

de cuna,

padre,

que las recuerdo

a menudo

aunque vaya

cuajado en canas.



SOLA

Volvió sola.

Se trajo desde debajo

del campanario

el son de la campana

metida

en las sienes,

la que dobla;

la que redoblando

dobla

que una mujer

¡ay!

se queda

sin marido,

se queda sola.

Treinta años,

viuda

y sola.

Treinta años

como veinticinco,

y aún más guapa

que las guapas.

Y sola.

El del colmado

le dijo

que tendría

hasta de sobra

con sus sobras.

Y el mismo cura

le prometió

consuelo

en una catequesis

particular

para ella

a solas.

Y un mozo

como un toro

de treinta yerbas

comidas,

cada vez

que caminaba

con la vista

la devoraba

como un pasto más

a comer

a cualquier hora.

Y vino;

y volvió sola.

Se quedó sola,

Viuda,

y por mucho tiempo

no traspasó

puerta alguna

ni calentó más

ninguna alcoba.

¿Lo quería así

la campana

que como loca

revoloteaba

repicando

cuando

enviudó

y se quedó

sola?

¿Lo quiso

la vida?

¿Es vida

la vida

que se vive sola?

Preguntárselo

a ella

ahora;

ahora que está vieja

y sola.



HERMANO DE PATERA

Luce el sol:

Calienta.

Puede que más bien

abrase

la piel delicada del blanco,

pero la tuya,

morena,

lo agradece.

Frío y frío.

Mar y agua,

hondura de onda

y desolación

de mar

en pos de una sola

cosa:

mejorar la vida,

si la vida la mejora

el apartamento

apretado,

la chabola

y el desprecio

en la mirada,

callado,

de aquel que de ti

se sirve

y piensa que junto e él,

emigrante,

ya no eres desdichado.

Asombro

de asombro de incultura;

de sociedad

en puro escombro,

inculta

y tediosa,

aburrida.

Mortalmente herida

por la búsqueda

incesante

de los euros

apartando,

u hocicando

en la mentira,

mientras el político

gira y cambia,

levita,

grita,

vive alzado

del suelo

que no pisa,

y del que ha pisado

para hundir

y seguir

en la lid

de ser

por la calle,

por la alameda

señalado.

Contigo a tu lado,

amigo emigrante,

camarada de patera,

he estado

y voy a estar

mientras tenga

dedos

para escribir

y un teclado:

hermano de patera,

hermano.

2 comentarios:

Iván Threze dijo...

Torrentes de apasionado sentimiento que anegan el alma del lector. Un abrazo. Joe

Gustavo Pertierra dijo...

Lo dicho por Joe, que ya casi es un habito en tus poemas, donde predonima como protagonista, la pasión, cualquiera sea el campo que abordes.
Un abrazo