sábado, 18 de agosto de 2018


ESTA ES MI AMÉRICA TOTAL.- Me gustaría que alguien la leyera y poder intercambiar opiniones.

  AMERICA TOTAL

Cuando vaya a Chile,
Como ellos no hablan
de Allende,
fuera de mi Neruda
y mi Gabriela mistral,
poco me queda,
por ese Chile altivo,
que la sierra lo empuja
al mar,
de qué poder hablar;
porque platicar de amores patrios,
de militarotes
se lo dejo
a los muchos que van
lamiendo como perrillos
lo que le quieren dar.
Y Chile siempre
ha sido,
la tierra estrecha,
que lucha
contra el envite
araucano
de la mar.

En Argentina,
fuera de tanta
grandilocuencia,
verborrea…
esto,
prefiero un tango,
porque al no estar hecho
el país todavía,
ni tiene un poeta,
ni tiene poesía
fuera del tango
y del Martín Fierro.

En Brasil,
no iría al carnaval;
me perdería
por La Sertao:
Negrito que vas a pie,
más descalzo que de día
por la Sertao adelante,
si me pierdo,
si procuro lo blanco:
guía,
guíame,
y llévame lo africano;
lo que abunda todavía,
que no sea orín de cadena,
ni de navaja,
ni del cuello almidonando
de aquella portuguesía
remendada,
sotana arriba,
sotana abajo,
más esclava que tú,
cuando en sus pies tenía
la tierra,
su rojo de fecundidad,
bajo  un azul,
color de cielo de mar.
Y la gran mentira
a la que llamaron
poblar,
y la otra tortura
de lo que dijeron
que era evangelizar,
que dejo la cara asustada
del que sabe
que se va
y no regresa
jamás.


En Bolivia,
aunque no sea Cholo
ni hablar sepa
quechua,
aymaras
o guarní.
Escucha, compañero,
uno a uno
por Santa Cruz,
por Oruro,
La Paz,
Cochabamba,
valientes son
tus hombres blancos,
los muy bribones,
de darle al gringo
todo lo tuyo,
y a ti las hambres.


En Perú,
no quiero altura,
porque no subiría
a lo alto,
ni del burro,
ni la llama.
Prefiero que bajes tú,
al llano, a la selva,
al río,
y en tu lengua de fuego,
de volcán,
de altura:
Quechua,
dame un verso,
sin señores,
sin incas…
nuevo.
Que tú eres el Perú,
la piedra,
la altura,
la nube,
el sol saliente.
Y porque eres eso
y lo fuiste,
juntos,
arriba,
volveremos a ser
los dueños,
los amos,
del eco de la sierra
y de los cerros.



En Ecuador,
en Quito,
un día dije:
“cuando vaya allá
me dolerá el alma...”
Pero ahora hablo
seguido,
continuo,
con una quiteña clara.
La veo en mi pueblo,
junto a mí,
en esta mi casa su casa.
La misma que Ecuador
quisiera construir
cuando la decencia,
lava que ha de quemar
la corruptela que mata,
                             que agacha al Ecuador de mitad,
de altiva cumbre
y gran casa,
a Atahualpa otra vez le diga,
arriba,
arriba,
y de nuevo ordena,
manda.


              
 Lo dijo Guevara,
 El Che:
 una misma gente,
 mestiza,
 de norte a sur:
 la América Total.
Tanto que Paraguay,
 Uruguay,
 hay que hacer un esfuerzo,
 viviendo fuera,
 para saber
 donde está uno
 y el otro empieza.
 Guaraní y Riano,
 Plata y Mar,
 Pilcomayo todo,
 todo es agua que va,
 limo y lodo,
 de un lado
 donde América,
 limo y lodo,
 parece soltar
 limo y lodo,
 por El Plata que desangra
 la América total,
 por tanto mal hijo
 por un costado,
 como si sintiera vergüenza
 de verse de frente
 con la libertad del mar.


Venezuela,
inquieta,
nerviosa
¡Viva Libertador. Viva!
En tu propia cuña
en tu madera,
en la grandeza de tu árbol,
en la libertad que empieza
por cada uno de tus hombres
a la llanera,
a lo mejor
está todo.
Y en ti, Venezuela,
todo empieza.
Y en ti, Venezuela,
 todo acaba.
Y la unión no existe
porque todavía se asfixia,
vomita su mala comida,
un solo color,
de una sola bandera,
y que sea la tuya
de libertad,
de libertador que arrulla
la canción del canto justo
del Arauca vibrador.
Venezuela, Venezuela...



Las nubes por Bogotá
son tan bajas,
son tan altas,
que cuando tocan las cumbres
y empapan los cerros,
si apartas lo blanco,
el algodón que llevan,
algunos de rezo
y credo,
dicen oír voces
de los que están en el cielo.
Pero el cielo en Colombia
si no está muerto,
más de una bala metida,
lleva dentro.




Orinoco,
menos mal que está tú,
para decir y medir,
lo que es y tiene
el agua para ser río
y no mar,
porque Amazonas:
un mar de río
un río de mar,
puede que no sea
un río.
Tanto tú,
Amazonas,
como tu,
dulce,
terroso,
Orinoco,
si a los castilla
cuando los visteis pasar,
le disteis agua,
harta agua,
más viento,
viento fresco,
y mala vecindad
tendrías que haberle dado,
como a Francia y Holanda,
a Inglaterra entera,
que no han hecho
ni mestizaje,
ni Guayana,
ni la harán,
porque son gentes de paso
como el agua
que en tu corriente
ajena a todo va.




Ni cicatriz,
ni puente,
agua que corre y va,
barco arriba y abajo,
que sube por Gatún
y baja,
baja por Miraflores.
Baja y sube,
por Panamá la abierta
cuando quiere irse al mar.
Y tu Panamá,
Panamá la abierta,
la puerta
que de par en par
a dos aguas,
a dos olas,
a dos mares,
tu alegre rostro le das,
vas y les dices a los barcos:
pasar, pasar por mi casa
y atentos,
que esto no es la mar,
y aquí en un descuido
se está en el Caribe,
y el Caribe está hecho,
se está haciendo,
más que mar,
referencia
de justicia y libertad,
pese a tanto comemierdas.

Y por allí,
del otro lado,
del rumbo sur,
si te descuidas,
                             verás tanta mar,
que,
con la boca abierta
dirás:
como será posible
que a tanta agua,
la gente le llame
a este planeta tierra.





Costa Rica
¿Pero en cual?
¿En puerto Limón?
¿Por Cortés?
Yo quiero tener un río
que cante
la canción de vida
y corriente
como la canta
el río Reventazón.
Y sentarme en San José,
y cuando quiera
soñar,
que tengo toda la América,
la total,
irme al centro de Costa Rica
al medio;
a la mitad continental,
y mirar al norte,
después al sur,
al este y al oeste,
y cogido el eje
de América
soñar
que la estoy girando
para arrojar
de toda ella entera
los latigueros a sueldo,
el gringo,
el clérigo envilecido
junto al mal militar
                    
que se venden
fácilmente,
y por la verde
y apacible Costa Rica,
gente, mucha gente
ayudaría a girar.
            
                     


Sandino y Nicaragua:
Nácar que hace agua
Nicaragua.
Por capricho,
tu geografía,
tu mapa,
una caracola
abierta al sur por el agua
del lago que quiere
no hacerse mar
y perderse.
Irse al sur,
después al norte,
y darle el filo,
el preñado nácar
afilado
de tu tierra norte,
Nicaragua.

Y no hacer
el agua mala
que desde que dejó
Sandino
tu caracola,
y pocos fueron
los que escucharon
la voz
que nació en León,
por Metapa,
con vino y lira,
beber para olvidar,
templara Darío
para hacer eterna
a Nicaragua.





Lo dijo El Almirante:
salir de la Hondura.
Y vas y sales,
tratas de salir,
machete en mano
de esas honduras
y entra el gusano:
la frutera extranjera:
mala gente.
Toda una tierra
centrada y central,
estrecha por el latiguero,
verde de esperanza
y vegetal,
de unión de bracero
y machetero,
y nadie quiere otra cosa
que no sea,
la palabra altiva:
verborrea,
que te mete más
en lo hondo
de tus honduras,
de la que intentas
escapar,
sin el gusano
de la frutera.






Hay agua, también,
por Guatemala:
volcán del Agua,
que a la noche,
en sorpresa
del dios sol,
de todos los dioses juntos
que moran en Guatemala,
Guatemala desparrama,
sea o no sea
tiempos de volcán,
ni de lava
caliente,
ni altura de cerro
que inunda.
Y si Guatemalas
solo dicen que hay una,
muchas otras
lo son.
Y todas Mayas,
juntas,
                             amontonadas
en piedras
                             que se ven,
están vivas
y se mueven,
rugen por dentro
como lo hace
 el volcán.





Salvador:
El Salvador,
y tan tranquilo,
vacilando,
vacilante,
¿Qué es lo que hay que salvar?
¿Acaso la cuenta del yanqui?
Tus jinetes,
tus caballos,
tus gentes,
tus machetes,
Salvador,
El Salvador,
no están salvados.
En tu suelo
he visto tanto oropel
violencia y sable,
que parece que,
de un minuto
para otro
vendan toda tu tierra
como a saldos,
a remate.



México;
si la mordida,
la machada,
repetir la misma canción
año tras año,
no avanzar nada,
hubiera que darle nombre,
dicen por ahí las lenguas
que México,
seguro,
que por apellido llevara
la callada:
México La Callada.

El gringo baja,
mete la garra y saca
cuanto le viene en gana.
Y si no tiene bastante
sentado en su silla espera,
sacarle el saín
al espalda mojada.
Que tu,
en tu machada,
eres el padre creador
del espalda mojada.


Venid todos
a mi Cuba,
y toda la América
será salvada.
Bajar abajo,
subir arriba,
el recipiente
donde está ubicado
toda la decencia junta
de una tierra;
de muchos pueblos,
del presente
y pasado,
en Cuba,
su identidad
y aroma
ha quedado
desparramado y ubicado.

Venid todos
a mi Cuba,
y toda la América
malherida,
con Fidel
y gentes como
Fidel,
será salvada.







Haití,
siempre lo mismo:
un lamento.
Si no hay república,
si uno come
y el otro no,
no hay razón,
ni para Haití,
ni Jamaica,
ni un santo:
Santo Domingo,
ni un puerto,
Puerto Rico.
Todos sin raíz
que riegue el agua,
el agua de identidad,
el agua hispana.

Y mientras todo el Caribe,
Barlovento,
Sotavento,
blanco y negro,
negro y blanco,
no sople
en alisio unido,
en chorro,
la garra,
el yanqui,
la multinacional,
vivirán a costa,
de la sangre,
blanca y negra
negra y blanca,
que tanto le gusta
porque está ya,
por centurias,
muy barata.